sábado, 16 de abril de 2016

CUARTO DOMINGO DE PASCUA




COMENTARIO AL EVANGELIO 


“Al final de una cena en un castillo inglés, un

famoso actor de teatro entretenía a los huéspedes

declamando textos de Shakespeare.

Después se ofreció a que le pidieran alguna pieza

extra. Un tímido fraile preguntó al actor si conocía

el salmo 22.

El actor respondió: ‘Sí, lo conozco, pero estoy

puesto a recitarlo con una condición; que después

lo recite usted’.

El fraile se sintió un poco incómodo, pero accedió.

El actor hizo una bellísima interpretación, con una dicción perfecta: ‘El Señor

es mi Pastor, nada me falta…’ Al final, los huéspedes aplaudieron vivamente.

Llegó el turno al fraile, que se levantó y, tras un momento

de silencio y cerrando los ojos, recitó lentamente

las mismas palabras del Salmo. Esta vez,

cuando terminó, no hubo aplausos, sólo un profundo

silencio y el inicio de lágrimas en algún rostro.

El actor se mantuvo en silencio unos instantes,

después se levantó y dijo: ‘Señoras y señores, espero

que se hayan dado cuenta de lo que ha sucedido

esta noche: yo conocía el Salmo, pero este

hombre conoce al Pastor”.

Y nosotros… conocemos el Salmo o al Pastor? Este cuentecillo nos hace

pensar en la cantidad de veces que, en las celebraciones en las que participamos,

nos conformamos con conocer el Salmo, la Canción, la respuesta…






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